Parece que el narcisismo es uno de los rasgos característicos de la primera infancia. Como asegura Wilber, “el proceso de desarrollo de la conciencia puede ser considerado como una disminución progresiva del egocentrismo. El niño pequeño se halla fundamentalmente encerrado en su propio mundo, ajeno tanto al entorno que le rodea como a la mayor parte de las interacciones humanas. En la medida en que van consolidándose la fortaleza y las capacidades de su conciencia, va cobrando simultáneamente conciencia de sí y de las personas que le rodean, hasta llegar finalmente a desarrollar cualidades con las que no nace -como el cuidado, la compasión y el abrazo integral generoso- que le permiten ponerse en el lugar de los demás."
Según Margaret Mahler, el nacimiento biológico del infante humano y el nacimiento psicológico no coinciden en el tiempo. “El primero es un acontecimiento espectacular, observable y bien circunscrito; el último es un proceso intrapsíquico de lento desarrollo". "Denominamos al nacimiento psicológico del individuo al proceso de separación- individuación: el establecimiento de un sentimiento de separación respecto de un mundo de realidad, y de una relación con él, particularmente con respecto a las experiencias del 'propio cuerpo' y al principal representante del mundo tal como el infante lo experimenta, el 'objeto primario de amor', la madre. Este proceso, como cualquier otro proceso intrapsíquico, se manifiesta a todo lo largo del ciclo vital. Nunca termina; sigue siempre en actividad; en nuevas fases del ciclo vital observamos cómo actúan aún nuevos derivados de los procesos más primitivos. Pero los principales logros psicológicos de este proceso ocurren en el periodo que va del 4° o 5° mes a los 30 o 36 meses, lapso que denominamos 'fase de separación- individuación".
Las fases por las que atraviesa un niño entre los 0 y los 3 años son las siguientes:
1. Fase autista (0-1 mes). «En las primeras semanas de vida extrauterina, el neonato se comporta como un organismo meramente biológico cuya respuesta instintiva a los estímulos es casi exclusivamente refleja. Durante esta fase sólo podemos hablar de un aparato egoico primitivo y no integrado, de mecanismos de defensa puramente somáticos y de reacciones de desbordamiento y descarga que cumplen con la única función de recuperar el equilibrio homeostático. En este estadio, no existe discriminación alguna entre exterior e interior. Mahler se refiere a este estadio como un «sisterma gonádico cerrado”, una matriz primordial indiferenciada.
2. Fase simbiótica (1-5 meses). Como el bebé no puede asegurar su supervivencia, la naturaleza le ha dotado de una vinculación psicobiológica entre él y su madre, que a través de la empatía, ejerce de sustituta de los instintos animales. Es decir, la madre, al proporcionar al bebé lo que este necesita, funciona como un yo auxiliar.
«A partir del segundo mes, el niño se comporta y funciona como si él y su madre fueran un sistema omnipotente, una unidad dual que comparte la misma frontera.» Se trata de un «estado de indiferenciación, de fusión con la madre, en la cual el "yo" todavía no se ha diferenciado del "no-yo" y en la que el interior y el exterior sólo son experimentados como algo diferente de manera gradual». En este estadio, el niño se comporta como si no pudiera diferenciar claramente su cuerpo sensorio-físico del cuerpo de su madre y del entorno que le rodea. El bebé mantiene la ilusión de que dos individuos físicamente separados comparen una frontera común.
3. Fase de separación-individuación (5 meses - 2 años y medio).
En este periodo el bebé es capaz de reconocer a su madre como una persona especial, de inspeccionar el mundo no materno y alejarse de la madre. En este periodo el niño elabora un doble camino que le lleva a la separación, a ser consciente de que es un ser separado de la madre; y por otro lado a la individualización, es decir, a considerarse un ser distinto y único. Este proceso se subdivide en cuatro fases que se van a ir ofreciendo de forma superpuesta.
3.1.- Subfase de diferenciación (5 – 9 meses). Este estadio se caracteriza por “la salida del cascarón”. Es la 'segunda' experiencia de nacimiento, el nacimiento psicológico, el proceso por el cual comienza a ser atraído hacia el mundo de 'lo otro que no es la madre'. Está más permanentemente alerta y receptivo para los estímulos de su ambiente, mas bien que sólo para sus propias sensaciones corporales, o para las que emanan de dentro de la órbita simbiótica".
“Se trata del momento en el que cuerpo-Yo-sensorio-físico del niño despierta de su unidad previa, simbiótica y dual con su madre. Es el momento en el que los niños intentan dar los primeros pasos para separarse, corporalmente hablando, de su pasiva inmersión en la infancia. Es el momento en el que empieza a separar su cuerpo del cuerpo de su madre. El placer que producen las incipientes funciones del yo y el mundo exterior se expresa en estrecha proximidad con la madre. Al mismo tiempo, parece ocurrir la diferenciación de una imagen corporal primitiva, pero distinta".
Hay que tener presente que se trata de una separación en la que esta envuelta el cuerpo sensorio-físico, ya que la mente y los sentimientos aún no se han separado del entorno. El niño aún no existe como un Yo emocional distinto.
En esta fase las reacciones ante extraños son particularmente acentuadas ya que se ha establecido una estrecha relación con la madre. El niño puede expresar ante un extraño curiosidad, interés, cautela, ansiedad. Estas reacciones se van a calmar en la fase de ejercitación, aunque es normal que vuelvan con posterioridad.
4.- Subfase de ejercicio (9 – 15 meses). Este estadio es importante ya que marca el punto culminante del narcisismo en el que el mundo, como subrayó la propia Mahler, es la concha del niño pequeño. El niño parece embriagarse con sus facultades y con la grandeza de su propio mundo. El narcisismo se haya en la cúspide. El niño está entusiasmado con sus propias capacidades, permanece absorto en sus descubrimientos, y se haya casi enamorado del mundo y de su propia grandeza y omnipotencia.
Durante este periodo el infante es capaz de alejarse activamente de la madre y volver a ella, primero gateando y más tarde por el dominio de la locomoción vertical.
En el momento del denominado Reabastecimiento emocional o libidinal. Durante la subfase de ejercitación, el infante merodea lejos de la madre, pero cuando se fatiga o se le agota la energía, busca restablecer el contacto corporal con ella. Este 'reabastecimiento' lo revigoriza y restablece su interés anterior en la ejercitación y exploración.
5.- Subfase de reaproximación (15–24 meses). Este es un periodo profundamente importante para el futuro desarrollo porque en él tiene lugar la primera diferenciación fundamental entre el mismo y las representaciones objetales, es decir, la madre. Esto significa que emerge un Yo emocional separado y distinto, claramente diferenciado. Se trata del nacimiento psicológico del niño humano.
El niño va comprendiendo lenta y gradualmente su separación y vulnerabilidad. Este periodo suele culminar con una crisis transitoria de reaproximación que tiene como objetivo que el niño debe renunciar gradual y dolorosamente a la ilusión de su propia omnipotencia. Ahora existe un Yo separado y, por consiguiente, un mundo separado. El niño ha de renunciar a su concha. Es la expulsión del paraíso. Ahora, aunque el niño ya se ha separado del otro, lo que sigue unido en él es su cuerpo y su mente que permanecen unidos, hasta el estadio edípico.
Son comunes las reacciones adversas ante separaciones breves, y ya no se puede sustituir fácilmente a la madre, ni siquiera por adultos familiares al niño. Esto culmina a menudo en una crisis de acercamiento más o menos transitoria, que es de gran significación evolutiva. Durante la subfase de acercamiento el niño sigue a veces cada movimiento de su madre como una sombra (shadowing); no puede perderla de vista o permitir que se aleje de su proximidad inmediata. A veces observamos la conducta opuesta: el niño huye, y espera a que su madre lo alce en brazos anulando así, por breves momentos, la 'separación'.
6.- Fase de consolidación y constancia del objeto emocional (24-36 meses). La última subfase de este proceso consiste en la consolidación del proceso de separación y en el logro de la constancia del objeto emocional-libidinal. La madre se percibe claramente como una persona separada y ubicada en el mundo exterior, y al mismo tiempo tiene existencia en el mundo interno representacional del niño". Se caracteriza por:
- una diferenciación clara y relativamente duradera entre el Yo y la madre.
- la integración de las distintas imágenes parciales del Yo en una representación global del Yo (incluye los aspectos “buenos” y “malos” del Yo.
- la integración de las distintas imágenes parciales de los objetos en una representación global del objeto (incluye los aspectos “buenos” y “malos”.
6.- Fase de consolidación y constancia del objeto emocional (24-36 meses). La última subfase de este proceso consiste en la consolidación del proceso de separación y en el logro de la constancia del objeto emocional-libidinal. La madre se percibe claramente como una persona separada y ubicada en el mundo exterior, y al mismo tiempo tiene existencia en el mundo interno representacional del niño". Se caracteriza por:
- una diferenciación clara y relativamente duradera entre el Yo y la madre.
- la integración de las distintas imágenes parciales del Yo en una representación global del Yo (incluye los aspectos “buenos” y “malos” del Yo.
- la integración de las distintas imágenes parciales de los objetos en una representación global del objeto (incluye los aspectos “buenos” y “malos”.
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