La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
Tus aportaciones son bienvenidas, así que, si lo deseas, comparte-te, fluye y disfruta.
¡Bienvenida!

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jueves, 11 de junio de 2015

Charla Crianza y educación consciente: de la teoría a la práctica I


Ante todo quiero agradecer a la Asociación de Familias El Nido, que me invitaran a participar en su precioso espacio. El título de la charla de ayer era "Crianza y educación consciente: de la teoría a la práctica" y la idea era reflexionar en torno a las dificultades que nos encontramos para aplicar lo que leemos en los blogs y libros de crianza en nuestro día a día. Cuando las promesas de que los niños amamantados y porteados no lloran y están tranquilos, de que el Baby lead wering es la panacea para que el bebé coma de todo, de que dormir con los niños nos ayudará a descansar, de que serán niños serenos, relajados, seguros, pacíficos, con total autodominio... en fin, cuando seguir unos determinados métodos les hará niños perfectos... y perfectas madres a nosotras.

Comencé hablando de tres cuestiones básicas fundamentales:

- Los métodos: seré clara, no funcionan para vivir a través de ellos. La vida sucede en otros niveles y tener un método para vivir es uno de los grandes errores. La vida no se amolda a lo que yo creo de ella, la vida Es y lo inteligente es intentar mirara lo más despojada de ideas previas o prejuicios. Igual así conseguimos enterarnos de algo. Con los niños no es diferente. No se puede educar con métodos porque la educación implica una interacción preciosa entre dos seres humanos complejos, con sus luces y sus sombras. No somos robots... aún.

- Las expectativas: creer, aún de forma inconsciente, que es posible alcanzar una perfección (en la maternidad y en la personalidad del niño), como si nuestra misión fuera dar a luz a bebés perfectos que jamás en su infancia van a sufrir ningún dolor ni van a experimentar los estados y las emociones propias del ser humano: tristeza, ira, alegría, miedo, asco... y que, por expuesto, para que esto ocurra,  hemos debido ser unas madres perfectas sin errores y con todas nuestras incongruencias resueltas.

- La culpa: No hay como tejer un modelo de perfección irreal para sentir culpa ante la más ligera variación de ese camino. Culpa si el niño llora, si tiene miedo, si se cae, si pega al otro, si no sabe defenderse, culpa si no sabe comer, si tarda en gatear, si estoy cansada, si deseo mi propio espacio... en definitiva, si deseo cualquier cosa que se aleja de ese camino trazado en el que no cabe más que la perfección absoluta de una maternidad imposible elaborada con un niño irreal. Y el problema de la culpa (además de que es una emoción cultural, aprendida y que por lo tanto, podemos aprender también a no sentirla9 es que nos deja bloqueadas, nos quita la fuerza y nos inmoviliza. 

Y a partir de aquí seguimos hablando de viaje hacia el interior para propiciar que el encuentro con el niño se produzca de forma íntegra. Pero, si me lo permitís, lo contaré en otro post, que son las dos y aún no tengo la comida hecha. Y reconozco que, más que culpa, lo que siento es hambre.

Gracias a todas las familias que acudisteis a la llamada. Como siempre, fue un honor para mi compartirme con vosotros. 

Habrá segunda parte. 





jueves, 31 de enero de 2013

I Jornada online Muerte gestacional y perinatal


Me han invitado a participar en la I Jornada online de actualización de muerte gestacional y perinatal organizada por la Editorial Ob Stare, con una ponencia bajo el título"Gestión autónoma del dolor en la pérdida gestacional" de la que tenéis abajo un resumen:


Cuando Alejandro Jodorowsky perdió a su hijo en un accidente, se presentó ante su maestro, profundamente abatido, en busca de consuelo. Su maestro lo miró durante un largo rato y le dijo:
- Sí, duele.En nuestra cultura, perder a un hijo es la mayor de las desgracias posibles. Aunque no en todas las culturas se vive igual, ya que la muerte es un hecho tan biológico como cultural y tiene múltiples, diversas e, incluso, divergentes miradas. Pero partamos del hecho de que la muerte de nuestro bebé nos provoca dolor. La pregunta que surge inmediatamente es ¿Qué hacer con él? ¿Cómo darle un sentido a la experiencia para integrarla en nuestra biografía? Cuando emerge una emoción penetrante, como el dolor por la muerte de un hijo, lo único que cabe hacer es experimentarla hasta el final, sentir intensa y plenamente su envite. De esta manera, la emoción queda reconocida y aceptada; y la situación que la generó puede ser identificada como válida e integrada en nuestra biografía. No nos gusta sentir dolor ni miedo ni tristeza. Preferimos sentir placer, paz y armonía. Pero esas emociones también tienen su sentido y necesitan ser experimentadas. A menudo, el dolor nos conecta con un aspecto más profundo de una misma. Nos devuelve la mirada hacia el interior y nos abraza en un silencio lleno de sentido. Es el dolor (tanto como la felicidad) el que nos hace crecer y evolucionar; pero lo hace a otro ritmo, más profundo y lento.La muerte no es un hecho socialmente aceptado, mucho menos cuando no responde a las expectativas previstas o se escapa a toda razón o lógica. A pesar de que se estima que uno de cada tres embarazos se interrumpe, para una madre que gesta, no es una opción que el hijo que lleva en su vientre muera. Millones de mujeres en todo el mundo han tenido la experiencia de sufrir un aborto o dar a luz a un bebé muerto. Millones de mujeres han experimentado esto mismo. La diferencia de duelos entre unas y otras es sensacional y varía en función de las creencias religiosas, las ideas sobre la vida y la muerte y la situación vital de la mujer cuando se produce el hecho. Vivimos desde la mente, creyendo que la vida ha de ajustarse a lo que pensamos sobre ella. Pensamos que la muerte es un hecho negativo y cosa de ancianos; pero la Vida nos enseña una y otra vez que no es así. Esa resistencia a considerar que, en realidad, uno de cada tres embarazos termina en aborto, provoca aún más dolor. Pues no terminamos de aceptar lo que Es. Cuando no aceptamos la realidad, el acontecimiento, nos resistimos a crecer con la experiencia y el estado de dolor se convierte en sufrimiento. Un dolor continuo que arrastra la existencia.El dolor es un hecho consustancial a la Vida; lo que podemos elegir es transformarlo en sufrimiento o no.