La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
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viernes, 19 de junio de 2009

Acompañando al bebé de 0 a 3 años, extracto de Una Teoría de Educación Integral, por Mónica de Felipe


Dado que las primeras fases tempranas del desarrollo de la evolución psicológica del niño consiste básicamente en crear la distinción entre si mismo y el mundo que le rodea, o lo que es lo mismo, superar la ficción de que él lo es todo – ego no indiferenciado - la acción dedicada a ayudar a la superación de esta fase por parte del educador consistiría:
- en el ámbito del cuerpo, ofrecer masajes de forma que la estimulación de las distintas partes del cuerpo del bebé, ayuden a la creación de sus límites físicos.
- En el aspecto emocional, esta claro que la seguridad proporcionada por una figura maternante debe ser satisfecha, de forma que el bebé encuentre siempre, desde las primeras etapas, la necesidad básica satisfecha que le permita experimentar nuevos dominios.


En la etapa de los 5 a los 9 meses, permitir que el infante “se despegue” de la madre, que a la vez, podrá estar atenta a sus necesidades sin exigencias. Ofrecerle autonomía tutelada no intervencionista. Otro aspecto a tener en cuenta será la disponibilidad de la madre para con el niño, ya que este es un periodo precisamente intenso en la relación del niño con la madre, por lo que no parece recomendable en ese momento ausencias prolongadas de la madre. Las acciones que posibilitan la demarcación del yo respecto del no-yo son la exploración visual y táctil del rostro y el cuerpo de la madre; el apartar el cuerpo del de la madre para explorar un mundo más amplio y poder mirarla; la verificación entre la madre y otros.


A partir de los 9 meses, en la subfase de ejercitación parece aconsejable permitir al niño que experimente su dominio en el entorno con una actitud relajada y atenta, pero no intervencionista y permitir que se enfrente a los retos y a la integración de los logros y habilidades. Es decir, autonomía tutelada no intervencionista. Una posibilidad para que esto se produzca con respeto es el preparar el espacio en el que el niño desarrolla su actividad cotidiana (casa) para que pueda explorar sin peligro físico con la menor intervención posible.


A partir de los 15 hasta los 24 meses, en la subfase de acercamiento, la madre podría favorecer la transición de esta etapa permitiendo el acercamiento del pequeño según su necesidad. Así, la vulnerabilidad del pequeño podría incrementarse con actitudes de alejamiento o resistencias de la madre. Parece que lo conveniente y, siguiendo a Maslow, sería dar al pequeño la seguridad que necesita de forma que en el futuro pueda trascenderla ampliamente en busca de mayor placer. O lo que es lo mismo, permitir el acceso incondicional a la madre (brazos, presencia física, etc.) durante este periodo para que el niño pueda obtener la seguridad.


La fase de consolidación y constancia será el resultado de haber llevado con éxito las etapas previas. Una vez ha culminado esta etapa (tres primeros años) con éxito podremos considerar que las bases para una salud psíquica están asentadas. Ken Wilber analiza en su Psicología Integral los trastornos psicológicos que acompañan a alteraciones en cada una de las fases. De esto podemos concluir que cuanto anterior sea un trauma, mayor repercusión tendrá en la organización de la psique del individuo. Así, las psicosis infantiles corresponden a traumas ocurridos en las primeras fases autista o simbiótica; mientras que los trastornos fronterizos (entre psicosis y neurosis) corresponderían a trastornos en el proceso de reaproximación.


A la vista del extraordinario viaje interior que el bebé realiza desde las primeras semanas de vida, parece evidente lo que la psicóloga Sue Gerhardt, experta en primera infancia, apunta en sus estudios: para hacer adultos independientes, tenemos que tener bebés dependientes. Y esta frase tan sencilla trastoca formidablemente la visión del cuidado infantil que actualmente se tiene.

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