La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
Tus aportaciones son bienvenidas, así que, si lo deseas, comparte-te, fluye y disfruta.
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miércoles, 16 de febrero de 2011

Cambiar el mundo

(En respuesta al comentario de Ileana dejado en la entrada El Amor)

Los lunes por la mañana, un grupo de padres y madres nos reunimos en un espacio dedicado al desarrollo personal, trabajamos con las emociones, los pensamientos, el cuerpo y la energía realizando un trabajo de indagación personal. Es un laboratorio en el que descubrirnos a nosotros mismos y observar, dar cabida a lo que creemos que somos y abrirnos a la inmensidad de lo realmente somos. A veces se produce el milagro. Suelen producirse, siempre, descubrimientos importantes, avances... impulsados, como están, por el deseo de crecer y conocerse mejor. Pero a veces, como en este lunes pasado, la experiencia nos alcanza de lleno. 

Tras unos ejercicios de atención sostenida y escucha activa del cuerpo, con los ojos cerrados las fui situando (el lunes solo vinieron mujeres) en parejas. Con los ojos cerrados intuyeron al otro, observaron sus  bloqueos, la resistencia a dejar entrar a otro en su espacio físico. Después, fueron respirando, abriéndose a las necesidades de la otra persona, abriendo su mente y su corazón a la presencia de alguien que no soy yo misma y, aflojando las barreras, se dejaron arrastrar por la emoción sublime del amor. 

Se fundieron en un abrazo de ayuda, de entrega, de consuelo, de afecto sincero. Surgieron las caricias maternales, el contacto físico sanador y, desde ahi, fuimos llenando de amor a las demás asistentes, a nuestros hijos, a las parejas y ex-parejas, a los padres... hasta terminar visualizando el planeta con una enorme burbuja de amor. Las lágrimas arrastraban la gratitud por sus mejillas y nos dejaban más relajadas, felices y abiertas de los que habíamos llegado. Nos habíamos llenado de gratitud por la vida, de felicidad, de Amor incondicional.

- Y así ¿Se puede cambiar el mundo? - me preguntó una de las asistentes. 
- ¿Has cambiado tú? - le pregunte. 
- Si - respondió.
- Pues ya ha cambiado el mundo.

3 comentarios:

Ileana Medina dijo...

Oh!!! No había visto esta preciosura de texto!!!Gracias!!! Tiene que haber sido una verdadera maravilla esa sesión que cuentas!!!

Yo siempre he sido muy "tocona". De mucho contacto físico. En algunas ocasiones mi familia o mis amigos se reían de mí por esto, aunque no con mala fe.

Poco a poco esto fue disminuyendo, pues la gente no acepta con facilidad ser tocada. Puede resultar contraproducente o desagradable.

Al salir de Cuba y llegar a Canarias, esto se hizo todavía más sangrante. Pues la cultura tropical es un poco más cercana, pero aquí las burbujas personales son todavía más grandes. Creo que me fui acorazando cada vez más.

Ahora veo lo mismo en mi hija. Es una niña que tiende a abrazar y a besar a sus compañeros del cole, a sus vecinitos... Muchas veces los otros se quedan petrificados. No le responden del mismo modo. Seguramente con el tiempo, ella terminará por darse cuenta de que abrazar es algo que no está bien visto, que no recibe reciprocidad... y dejará de hacerlo.

Creo que una de las peores cosas que ha sucedido en estos más de dos milenios de represión,es que hemos perdido el cuerpo, la capacidad de abrazar, el contacto físico... prácticamente la gente sólo se toca en el acto coital.

Y el amor no es el "amor platónico" ni el "amor cortés", el amor hay que hacerlo tangible.

Besos, muchas gracias por tus preciosas reflexiones.

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Es verdad que la distancia física entre las personas es una imposición cultural. Pero siento que, poco a poco, vamos dando pasos en el sentido correcto. El amor como elemento básico de todas las relaciones personales, productivas, de negocios, creativas... haría que floreciera un mundo en el que el cuidado y el contacto corporal fueran lo corriente. Todo llega!

Una madre Pikler dijo...

que lindo lo que contas, si ya es sanador leerlo!!! es verdad que la indulgencia, la mirada mas amorosa, puede cambiar el mundo, sera por eso que nos cambian tantos los hijos, porque a partir de ellos tenemos muchas veces en el dia esa mirada...gracias por el texto tan lindo y siento tanto que esten tan lejos...un saludo, lucre