La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
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lunes, 5 de octubre de 2009

Lo urgente y lo importante


Vivimos rapido. Mucho. Tanto que no tenemos tiempo para parar y preguntarnos la clásica triada ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? Hoy en día nos preguntamos ¿que tengo? ¿qué deseo tener? ¿qué voy a tener? Y con esto pretendemos seguir caminando de puntillas por la vida. No hay mucha profundidad en lo que hacemos, pensamos o vivimos. Consumimos, tiramos, disimulamos. Y nuestros niños se enfurecen. Porque ellos no han aprendido aún a vivir en la trivialidad. Los niños juegan porque son muy serios. Para jugar de verdad hace falta poner el corazón en el presente, movilizar todos los recursos personales disponibles... Vivir, con mayúsculas.

Creo que una de las claves es ser honesta con una misma. Pero la honestidad exige autoconocimiento, pararse, recapacitar, asumir, aceptar, ser generosa, estar dispuesta a equivocarse, perdonar, actuar. Todo nuestro sistema (económico, educativo, social...) está organizado para pasar por la vida de puntillas, corriendo de una cosa a otra, sin tiempo para lo importante. ¿Y qué es lo importante? Importante es lo que tiene valor siempre, lo que no muta. Importante hoy es lo que será importante el día en que fallezcas. Lo importante ahora es lo que siempre ha sido y será relevante en tu vida.

Paula, una buena amiga, me dijo una vez: lo urgente siempre desplaza lo importante. Eso es lo que ocurre en nuestra sociedad. Urge crecer, urge asumir responsabilidades, urge escolarizar cuanto antes, urge que sean precoces, urge que los niños dejen de jugar, urge que las madres tengamos "libertad", urge... ¿Pero son estas cosas importantes para mi? A mi me importa que las personas seamos felices, me importa el autoconocimiento y la escucha propia, me importa que mi hija sepa qué quiere hacer en la vida y cómo conseguirlo, importa que se sienta amada incondicionalmente, importa que aprenda a ser un Ser Humano íntegro... El inglés, las matemáticas, los deportes, la danza, los estudios... son complementarios. No me imagino a alguien en su lecho de muerte recapitulando su vida y diciendo: está bien, soy bilingüe, he sido un buen contable y excelente bailarín. Ya está, me vida ha sido plena.

Mi querida abuela falleció hace tan solo una semana. Estuvo rodeada, como siempre había estado, de las personas que amaba y la amaban. Cuando le decía en su lecho de muerte: te quiero mucho abuela, ella me decía, ya lo sé, cariño, yo también te quiero mucho a ti. Eso siempre fue y será importante para nosotras, el amor que nos tuvimos y que nos tendremos.

Tener a la muerte de consejera es un buen ejercicio. Nos ayuda a vivir hoy asumiendo lo que realmente importa, lo que importará siempre. Y cuando nos dirigimos a nuestros niños desde este lugar se clarifica y simplifica tanto la educación que dejas de educar y vives. De este vivir honesto surge el mejor ejemplo para los pequeños, la Educación en mayúsculas que sirve para Vivir en mayúsculas, por supuesto. Y entonces la vida se convierte en un juego en el que el corazón vive en el presente y se movilizan todos los recursos personales disponibles... y por fin, lo importante toma su lugar.

Mónica de Felipe

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