La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
Tus aportaciones son bienvenidas, así que, si lo deseas, comparte-te, fluye y disfruta.
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jueves, 3 de septiembre de 2009

Las relaciones personales, por Mónica de Felipe


Acabo de volver de una charla con Swami Purohit, un maestro de Yoga y Meditación. Hay algunas cosas que quisiera compartir con vosotros. En primer lugar destacar lo importante que son las relaciones personales en la vida de cualquier persona. Y si no, pensad, todo el dinero del mundo, una carrera profesional exitosa o una salud de hierro, si no se pueden compartir ¿en qué quedan? ¿por qué no somos felices teniendo salud, dinero e incluso una persona al lado o hijos? Llegamos a la edad adulta con una personalidad ansiosa de satisfacciones: amor, trabajo, dinero, reconocimiento, comida, bebida, sexo, etc. producto de una infancia de carencia y desatenciones; pero tambien de una madurez inconsciente e ingenua. A los amigos les pedimos lealtad, a la pareja, amor incondicional, a los hijos obediencia y agradecimiento... Cuando decidimos formar una pareja esperamos de ella que nos cubra todo lo que no tenemos, lo que, consciente o inconscientemente, nos falta o añoramos. Esa persona se convierte en nuestro comodín, la usamos para sentirnos completos.

Construir una relación de pareja en la que cada uno espera del otro que lo complete, la famosa media naranja, es imposible. Nos han vendido este cuento de que un día llegará alguien con el cual completarnos y es tan absurdo que no se sostiene. Las parejas se forman bajo ese espejismo y después llega la realidad y nos desmonta la falacia: nos pedimos imposibles el uno al otro y no logramos encontrar un medio razonable. Ahora cambiemos la mirada, imaginemos que nos sentimos tan realizados interiormente, tan llenos, que no necesitamos que otro nos de lo que sabemos está en nuestro interior; en ese caso, ¿qué relación crearíamos con nuestra pareja? ya no pediríamos al otro que nos de lo que nos hace falta... podríamos dar, en vez de recibir.

Organizamos las relaciones personales desde el mismo prisma: amigos, familiares, pareja, hijos... parece que nos completan, nos aportan lo que necesitamos y si no lo hacen, entonces... entonces vienen las recriminaciones, los reproches, las culpas. ¿Y si nos preguntamos, antes de nada, qué puedo hacer yo por él o ella (pareja, hijos, amigos)? en vez de ¿qué saco yo de esta situación o de él o ella? Incluso las acciones aparentemente más altruistas van a menudo envenenadas en forma de una necesidad de reconocimiento, de esperar la eterna gratitud del que se tiene en frente, de que no se nos abandone.

Iniciar una relación sin expectativas es fundamental para que estas lleven a buen puerto. ¿Qué significa tener expectativas? significa esperar algo del otro. Se parece mucho a practicar el amor incondicional, que, por cierto, es el que nuestros hijos esperan de unos padres. Amor incondicional significa que no pides nada, que no juzgas, que no criticas, que solo das lo que Eres, lo que tienes. Ni más ni menos. Dar con honestidad. Dar con alegría. Ofrecer y ofrecerse. Entonces liberamos a nuestros seres queridos de ser como no son y de darnos lo que no pueden o no quieren. Entonces brota la armonía y la paz y, al final, encontramos en el hogar el lugar en el que descansar y Ser. Rompemos las ataduras y cadenas y encontramos, al fin, la libertad.

2 comentarios:

Ileana Medina dijo...

Qué sencillo, qué sencillo y a la vez qué difícil.
Las grandes "verdades" milenarias son tan sencillas, que no puede explicarse uno cómo el mundo está construido tan al revés.
Gracias! Un abrazo!

Anónimo dijo...

Cuando cambias el punto de vista, descubres un nuevo paisaje. Estamos acostumbrados a vivir desde el egoismo y esperar que todo gire alrededor nuestro (como si fueramos el Sol y los demás nuestros planetas). Permitirnos ser un planeta más en movimiento invita a respetar las trayectorias de los otros. Perder el egoismo significa descansar, dejar de tener el control... Vivir. Gracias por tu comentario.