La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
Tus aportaciones son bienvenidas, así que, si lo deseas, comparte-te, fluye y disfruta.
¡Bienvenida!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Proteger a mamá

Hace unos pocos días, en la reunión semanal del GrupoMaternal surgió un tema sobre el que llevaba tiempo queriendo escribir. Se trata de la alteración (más normal de lo que se cree) de la relación de los niños con sus padres. Una de las mamás comentó que se sentía mal cuando hacía cosas con sus hija que sabía que su madre (una madre trabajadora que dejó a sus hijos en la guardería) no había hecho con ella. La idea que la atormentaba era que su madre pudiera iniciar un proceso personal de autocrítica que la llevara a sufrir. Es decir, como la hija ahora se comporta en su maternidad de forma diferente a como la madre lo hizo con ella, sentía que con este proceder podría causar dolor a su propia madre. 
Es un buen ejemplo de cómo las criaturas terminan protegiéndonos a los adultos en el deseo  de ser amados. Si tiramos del lazo nos encontraremos con esto:
- Un modelo de niña buena que parte de la madre y es aceptado por la hija en el deseo de ser amada por ésta.
- Una madre no poderosa, o una hija que sabe que su madre es débil y puede sufrir ante cualquier hecho.
- Una fidelidad profunda y férrea de la hija a la madre.
- La sensación de la hija de que tiene más poder que la madre, que puede con situaciones que su madre no puede. 

Estas ideas están presentes en el vínculo entre la madre y la hija y lo terminan desvirtuando por completo. La forma de relacionarse podía haber quedado inconsciente para siempre, si no fuera porque la hija ahora es madre y tiene a su vez un bebé. En un puerperio de crecimiento y búsqueda personal estas son las revelaciones que nos ayudan a crecer. Es imprescindible establecer un nuevo vínculo entre la madre y la hija para que éste relación no afecte al bebé. Pueden darse las siguientes situaciones:

- La hija, ante la culpa que siente por criar a su hija de manera diferente, renuncia a su ideal de crianza y termina repitiendo las mismas acciones que su madre de forma inconsciente. De hecho, puede darse incluso la situación de desapego aún con crianza natural.

- Como la madre necesita que alguien le cuide y su propia madre no está disponible (ya que ella es quien cuida de su madre), el bebé puede terminar rellenando la necesidad de cuidados de su madre), perpetuando una generación más este sistema.

Y es que, las madres y los padres estamos para ayudar, sostener y cuidar a nuestros hijos. Los niños saben, sienten, perciben nuestra debilidad y pueden llegar a cargar con nuestras limitaciones.  En la medida en que sintamos que podemos hacernos cargo de nosotras mismas podremos cuidar de nuestros hijos. No les corresponde a ellos cuidarnos como lo haría nuestra madre. Ahora, nosotras somos la madre.

7 comentarios:

Laura Martínez Hortal dijo...

Muy buen análisis. En constelaciones he visto muchas veces la fidelidad de los hijos hacia los padres, en infelicidad, pobreza, malos tratos.... Parece de locos.
Que importante es "quién somos" para criar en vez de "como lo hacemos". Tenemos que dejar de ser niñas a toda costa. Un abrazo

Caro dijo...

Estoy llorando. Y con eso no te digo más.

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Son los momentos de claridad y conciencia, que acompañan a una madre en un puerperio lúcido, lo que nos ayuda a crecer y superar los traumas o bloqueos infantiles.
Esta situación es más común de lo que parece.

Anónimo dijo...

Ahora entiendo por qué mi propia madre es tan crítica conmigo (mi maternidad). Porque yo soy muy cariñosa y estoy siempre disponible para mi hijo... Yo no dejo de hacerlo (ser cariñosa y estar disponible para mi hijo) pero lo único que me gano son sus críticas por ser así (que lo malcrío)...

Unknown dijo...

No olvidemos que nuestra madre fue otra hija desamparada. Si no queremos culpas... no busquemos méritos.
El amor, el amor de verdad, deshace las fronteras, los límites, los muros... tanto con nuestra prole como con nuestra madre.

Anónimo dijo...

Es un proceso duro que hay que recorrer, el precio a pagar es muy alto,pero el regalo vale muchísimo la pena. Es aprender a quererse a una misma, a aceptarse, a confiar en una misma. La culpa es parte del proceso, como lo es el resentimiento, para ir convirtiéndolo en compasión, comprensión y aceptación, y por último es agradecimiento porque nuestros padres nos han dado lo más grande, la vida.

Mielyresina dijo...

Y ¿como hacerlo? Es inevitable que ciertas practicas que una considera que no fueron adecuadas en nuestros padres, no queramos repetirlas y queramos hacerlo mejor de lo que ellos lo hicieron, que queramos deshacernos de tópicos sociales o malas practicas comúnmente aceptadas. Pero, si se trata de personas que se sienten heridas con facilidad... ¿ Cómo transitar por el camino de la autoafirmación como madre, manteniendose firme en las decisiones, y al mismo tiempo amorosa con aquellos que se pueden sentir "insultados", "incomodos" o tristes por tu "nueva" manera de criar?