He de comenzar diciendo que personalmente me gustan la neurociencia. Una ciencia que abre el cerebro, lo investiga, analiza y saca conclusiones. Por lo general, está sirviendo para que los incrédulos tengan que ceder ante la realidad. La realidad es que el ser humano es un ente complejo con complejas interacciones y múltiples dimensiones de un mismo hecho, al que solemos llamar Yo. La neurociencia está liberando a las mentes más reaccionarias de prejuicios elevados a categoría de leyes universales. Dentro de los descubrimientos que la neurociencia está aportando a la humanidad, me gustaría destacar el conocimiento sobre cómo aprende un cerebro humano. Es digno de ser tenido en cuenta.
Pero comencemos por el principio. El cerebro es un órgano de cuerpo humano que pesa unos 1.400 gramos en el hombre y unos 1.300 en la mujer. Esta dividido en dos hemisferios, derecho e izquierdo, que, a pesar de ocuparse, en principio, de aspectos diferenciados, mantienen una alta conexión entre si. El cerebro flota en el líquido cefalorraquídeo. Así mismo se ha descubierto que hay zonas del cerebro especializadas en determinadas áreas: área de comprensión de la lectura, área de Broca (que es el área motora del lenguaje), memoria…. que a pesar de estar especializadas, están conectadas entre si. De forma que una lesión en una de las áreas puede ser subsanada por otra área que hará su función…
Está compuesto por entre 100.000 y 1.000.000.000 de células llamadas neuronas. Cada una de las neuronas hace miles de conexiones con otras neuronas a través de un proceso electro-químico llamado sinapsis. Hasta aquí, todo correcto. Pero entonces vienen las sorpresas.
El aprendizaje es la interconexión de unas neuronas con otras a lo largo de la vida. Es lo que se ha venido denominando plasticidad neuronal. Es decir, que aprender depende las interconexiones que hayamos hecho y que haremos a lo largo de nuestra vida. Y entonces tenemos ya una clave: aprendemos si logramos crear redes neuronales. Muchas neuronas juntas crean redes neuronales que a su vez, crecen y se modifican con cada nuevo conocimiento. A mayores conexiones neuronales, mayor es el aprendizaje y más significativo se vuelve para el ser humano. Recordemos que todas las áreas están interconectadas.
Y ¿cómo se crean estas redes? La neurociencia da algunas pistas.
Están los denominados periodos sensibles, en los que el cerebro está listo para la adquisición de nuevo conocimiento. Si no se adquiere el conocimiento, se perderán las sinapsis. Y surge una pregunta clave ¿Cuándo sabemos que un alumno está atravesando un periodo sensible? Pues no lo sabemos a no ser que tengamos mucho conocimiento y ojo. Y si el profesor no lo sabe, entonces ¿quien lo sabe? El alumno, el niño. Solo él conoce cuando está preparado para el siguiente paso y lo sabe porque recibe el impulso de llevarlo a cabo. ¿Cómo sabe un niño que puede gatear, caminar o nadar? Pues porque su cerebro está preparado para la nueva adquisición. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Solo en un espacio preparado adecuadamente en el cual el niño pueda tener oportunidad de probar la nueva adquisición, es posible que esta se de. Y ¿Cómo es un espacio preparado? Aquel que ofrece las oportunidades de experimentación sin riesgo. Pondré un ejemplo: mi hija comenzó a nadar a los cuatro años sola. Nadie le enseñó o la guió en este proceso. De hecho, para ser sincera, no creía que los niños pudieran aprender a nadar solos a tan temprana edad. ¿Cuál fue el espacio preparado en el que pudo hacerlo? La piscina de sus abuelos en la que hay una parte en la que hacía pié. Es decir, en la que ella podía experimentar sin miedo a ahogarse. Lo único que necesitó fue ese espacio seguro preparado y adultos que no interfirieran en su proceso pero que le proporcionaran seguridad. Si no hubiera habido piscina, mi hija no habría aprendido a nadar. Lógico ¿no? Ahora traslademos esto a la lectura, la escritura, las primeras matemáticas… Un ambiente preparado y enriquecido es aquel en el que el niño puede optar por multitud de materiales para experimentar según su interés y/o proceso.
Y bien tenemos periodos sensibles y espacios preparados y enriquecidos, prosigamos. El cerebro aprende en contexto. Lo que significa que el estudiante atenderá a aquello que le resulte siempre más relevante y significativo. Si sobre un tema no logra generar conexiones cognitivas y/o emocionales, las redes cognitivas no harán enlaces entre si. O lo que es lo mismo, la vida no está separada en materias. El colegio sí. Por eso vamos a clase de matemáticas, que separamos de la de lectura, que separamos de la geografía, que explicamos al margen de la historia… en realidad esta es una ficción que nada tiene que ver con la vida y, por cierto, ya hemos visto, tampoco con cómo funciona el cerebro. Así que si queremos que un niño aprenda las medidas, lo lógico será que pese y mida. Pero ¿en un laboratorio? Pues si la enseñanza se refiere únicamente a esto, es probable que el aprendizaje no sea significativo. Quizá sea mejor que el niño construya algo: una mesa, una silla, una manualidad o que haga una receta y pese los alimentos o haga una tabla de medidas de las personas que ama. Porque estas actividades sí que tienen un significado para él.
Pero además el aprendizaje se debe anclar en la red neuronal previa. Es decir, que lo que aprendemos ha de sustentarse en lo conocido anteriormente. Un conocimiento totalmente nuevo no encuentra el origen en el cual poder afianzarse y crecer. Es decir, que ocurre lo que ocurre en la vida, en la naturaleza. Del mismo modo que una semilla necesita tierra o agua para germinar, un conocimiento necesita el terreno en el cual anclar sus raíces para, desde allí, expandirse.
Pero aún quedan más sorpresas. Y es que en los últimos descubrimientos se han encontrado las neuronas espejo, que aprenden por la capacidad para imitar lo que ven. Y un segundo descubrimiento clave: Cada persona aprende de una forma diferente. El proceso de aprendizaje es único y diferente para cada ser humano. Por lo que cabe concluir que cada estudiante merece una instrucción personalizada, en la que sus experiencias previas deben ser valoradas, ya que serán las claves para anclar los nuevos conocimientos. Y, por último, la experiencia directa es fundamental. O lo que es lo mismo, que se aprende haciendo. Sólo esto nos garantiza crear las conexiones neuronales adecuadas.
Y ahora que sabemos todo esto ¿Algún político, gestor de educación, profesor o maestro pueden decirnos por qué España es uno de los últimos países en cuanto a calidad educativa? ¿Puede alguien señalar si la educación en casa es un buen método? ¿Pueden los colegios y profesores reciclarse/recrearse/revolucionarse para atender todos estos requisitos necesarios para el aprendizaje humano?
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