La maternidad tranquila

La llegada de un bebé a la familia es, primero una bendición y después una oportunidad única de crecimiento. En mi segunda maternidad y mis 41 años la tranquilidad y el placer y la contemplación van de la mano. Sirva este espacio para reflexionar sobre la maternidad tranquila, sin culpas, sin expectativas, sin cargas innecesarias.
Tus aportaciones son bienvenidas, así que, si lo deseas, comparte-te, fluye y disfruta.
¡Bienvenida!

lunes, 15 de junio de 2009

Un día típico en una casa típica de una típica mamá, por Mónica


A las 8 de la mañana él ha salido por la puerta y ella, en sueños, ha escuchado el portazo que le avisa de un nuevo día. El niño se despertó para mamar a las seis de la mañana y dormirá hasta las nueve. Ahora le gustaría levantarse de la cama, pero sabe que si hace el gesto de levantarse, su pequeñuelo, que está dormido acurrucado junto a ella, se despertará y le demandará teta hasta que vuelva a dormirse. A ella le duele la cadera porque debe dormir sobre un único lado para que el bebé pueda mamar cuando lo necesita. Así que se queda allí, en la cama, medio dormida, esperando los gestos del bebé. Está cansada, agotada de no dormir de tirón y su espalda le da calambres cada vez que cambia de postura, el chiquitín ya pesa casi seis kilos…

A las nueve el bebé comienza a dar golpecitos con sus manos y pies y con gorgoritos divertidos la llama. Ella le sonríe y siente que el mundo se esponja en esa cama, con la ternura de ese niño. Juegan un rato juntos, y al final, el bebé demanda teta. La madre le da el pecho y siente una punzada de hambre en el estómago: unas tostadas y un café con leche… solo pensar en la comida le da aún más hambre. Pero sigue dando la teta, cambiando el pañal, vistiendo al bebé… hasta las diez y veinte. Se dirige a la cocina. Aún están los platos sucios de la cena de anoche. No queda pan y hay que hacer café. Ya no podrá desayunar tostadas. Intenta dejar al bebé en el canasto un minuto para poner una cafetera pero… imposible. El bebé llora al momento. Un momento, bonito, es un minuto… parece que va a ser un día duro. Pero por fin puede poner la cafetera. Coge al bebé en brazos de nuevo (que no ha parado de llorar ni un segundo) e intenta lavarse los dientes con él. Imposible. Al menos necesito hacer pis, le dice al pequeño que en el capazo, al lado del water llora a moco tendido.
Al final, se sienta en el sillón con el bebé en brazos que se calma poco a poco y, eso sí, enganchado al pezón. Espera que se duerma. Mira el reloj: son las 11:30, lleva despierta desde las 8 y solo ha conseguido hacer pis y poner una cafetera. Ahora tendría que calentar la leche y tomar el desayuno con una galleta. Parece que no se duerme, así que decide ir a la cocina y hacerlo con el bebé en brazos. No es tarea fácil. Al fin lo consigue y puede tomarse un café con leche y un par de galletas. A las doce el bebé se duerme en sus brazos y prueba a dejarlo en la cuna para poder recoger un poco la casa, o lavarse los dientes, comienza a fantasearla mamá… nada más dejarlo en la cuna, el bebé abre los ojos y llora con tanto estruendo que la mamá lo recibe en sus brazos y pasa el resto de la mañana sentada en el sillón con el bebé encima. De repente le gustaría tener la manicura hecha, o haber ido a la peluquería (su imagen esta mañana ante el espejo le pareció lamentable…) y se siente incómoda y absurda en pijama y bata a la una de la tarde. El pijama está manchado por la leche de sus pechos, no puede moverse, no ha desayunado, no se ha aseado, no ha hablado con nadie en toda la mañana, no ha visto a nadie excepto al bebé, siente un vacío inmenso en el pecho y… comienza a llorar.

Cuando, a las dos, llega el padre, cansado de trabajar y esperando encontrar a su pareja y su hijo recién nacido la situación es:

- la mujer lo espera a él para que cocine, sostenga al niño unos minutos para lavarse los dientes o darse una ducha y mecerla emocionalmente.
- El hombre llega agotado de la calle y le gustaría sentarse, abrir una cerveza y leer el periódico rodeado por la armonía que proporcionan la mujer de la que esta enamorado y el hijo que tanto ha deseado.
- El niño no espera nada, solo pide lo que necesita y si lo recibe, entonces, por él, todo bien.

La situación real es:
- El hombre se pone de mal humor porque tiene que fregar los platos de la cena, hacer la comida y ordenar mínimamente la casa.
- La mujer está en crisis pero no consigue explicar qué le pasa ni siente, sin embargo espera que él lo sepa y le ayude.
- El no sabe por qué ella llora.
- Ella no sabe por qué el se enfada tanto.
- El niño sigue pidiendo lo que necesita y si se lo dan, esta bien.
- A ella le parece menos trabajo estar fuera de casa que dentro con un niño en brazos durante toda la jornada y las noches sin dormir: al fin y al cabo el sigue con su vida y ella no.
- A él le parece que no es para tanto estar en casa cuidando de un bebé y que ella se queja mucho.
Lo cierto es que cuidar a un bebé recién nacido significa:

Para la mamá:
- Que has de dejar de ser tú para convertirte en nosotros (en esa diada mamá-bebé).
- Que el ego ha de empequeñecerse hasta límites insospechados cuando eres mamá: quitas cacas, tu cuerpo es usado para el alimento del otro, no hay tiempo para ti, tus intereses no cuentan. Es decir, que a partir de este momento, tú no eres la importante (el importante es el bebé); y que tienes que enfrentarte, por primera vez en tu vida, a dar y no a recibir.
- Si has sido una mujer profesionalmente activa (y con puestos de responsabilidad) estos atributos poco o nada te sirven en este rol.
- Hay un cambio de valores: lo importante es lo importante y, por primera vez, también lo urgente, con lo cual no podemos mirar hacia otro lado. Aunque hayamos pensado siempre que era importante el desarrollo personal y sanar las heridas emocionales de la infancia, nos la hemos arreglado para ir escapando por las obligaciones laborales, sociales, etc. Ahora no queda más remedio que mirar: lo urgente y lo prioritario van de la mano. De repente es importante comprender qué me pasa por dentro y por qué, saber que mecanismos operan en mi mente y mis sentimientos.
- Es el momento de depurar, limpiar, actualizar lo que no hayas actualizado hasta ahora.
- La actualización implica vivir el dolor escondido y ser conscientes de quien somos realmente.
Para el papá:

¿Por dónde transita él, mientras el bebé mama y la mamá llora? El papá debe recorrer el camino que lo lleve a la humildad y de allí a la aceptación. La humildad para considerar que en este momento de la historia a él le toca dar y no recibir; que ha de entregarse para apoyar emocionalmente a una compañera recién convertida en madre que, por un tiempo, va a dejar de enfocarse en la pareja con la fuerza que lo hacía antes; y a la aceptación de que la realidad no se asemeja a sus ensoñaciones de familia feliz y armónica. Sus ilusiones y expectativas en esta situación no suelen corresponderse con la realidad. Otra vez, el ego de un adulto ha de encogerse, como el de la madre, y trabajar para poder aceptar lo que hay. Es decir, comenzar el camino de trabajo interior que le lleve a:

1.- Poder establecer junto a su pareja una comunicación no violenta. En vez de una lucha de poder para conseguir la atención del otro y poder así satisfacer nuestras carencias emocionales, la relación de pareja puede convertirse en un espacio de encuentro en el que no sea necesario que ninguno reclame nada del otro, porque, sencillamente cada uno se encuentra satisfecho emocionalmente y ofrece al otro amor, sin necesidad de que éste pida.
2.- Apoyar emocionalmente a la madre (abrazar, empatizar, comprender, colaborar, escuchar…)
3.- Trabajar sus aspectos menos desarrollados: Trabajar la ira interior, su relación con el compromiso en las relaciones personales, dar a luz a su paternidad (reflexionar qué significa ser padre ahora), limpiar y sanar el pasado para situarse en un presente pleno.

Es decir, para ambos, la mamá y el papá, asumir la nueva estructura familiar implica que deben reducir el ego. El ego, ese compañero de viaje al que estamos tan acostumbrados, de repente, se vuelve nuestro mayor enemigo. El ego es el que se resiste a adaptarse a la nueva situación. El ego es quien discute, quien pretende llevar razón, el que se siente culpable, o el que culpa al otro, es el que se considera víctima o verdugo, el que manipula o se deja manipular por el otro. El ego es quien no acepta a los demás como son, quien pretende que todos cambien, quien se justifica. El ego es la voz que dice: lo quiero todo, lo quiero ahora, ahora o nunca, siempre o jamás. Dado que nuestros hijos no nos van a necesitar siempre con la intensidad de los primeros años, el ego es el que nos impide tener la cintura suficiente para aceptar que, en este momento de nuestra vida, nuestra misión es cuidar de otro ser humano con todo el amor disponible, retrasando, por el momento, otras facetas de nuestra existencia, quizá igual de importantes para nosotros, pero que impedirían la experiencia completa de la maternidad y de la paternidad.

Así, hay parejas que, ante la llegada de un hijo, se las arreglan para seguir como si nada hubiese tocado sus vidas: mismos horarios, hobbies, misma relación de pareja que antes… en seguida hay quien críe de la criatura (niñera, guarderías, ludotecas, abuelos…); pronto, viajes románticos de pareja sin niños; en seguida gimnasio para ellas con la finalidad de borrar las huellas del embarazo cuanto antes; salidas nocturnas… En este caso, la pareja se ve poco afectada, no hay crisis, pero tampoco crecimiento ni reflexión. Hay otras parejas, en cambio, para las cuales la llegada de un niño es profundamente desconcertante, desequilibrante. La llegada del niño nos sacude, nos zarandea, nos deja al filo del abismo. Es desde esta posición, incómoda pero creadora, que podemos crecer, tomar conciencia de qué estamos haciendo y ganar en visión profunda de la existencia. Esta crisis es una de las más enriquecedoras de la vida si sabemos agradecer a la existencia el que estemos aprendiendo, aún con dolor, a dar en vez de a recibir.

29 comentarios:

Unknown dijo...

La vida misma. Hoy mi día ha sido tal cual lo describes, también he llorado y acabo de ducharme ahora, a las 11 de la noche. Y mi bebé ya tiene 14 meses.
¿Por qué se hace tan duro?

Ileana Medina dijo...

Excelente!!! En estas crónicas "microsociológicas" están las claves para entender qué nos pasa a todos, también en el mundo de lo público. Muchas gracias.
Un abrazo!!!

Unknown dijo...

Un/a hijo/a nada más nacer mete su manita por tu boca hasta lo más profundo de ti y te da la vuelta como un calcetín para que te enfrentes con todas tus miserias una a una. Evidentemente tiene que ser doloroso, tiene que ser convulso, incluso violento, pero es la única manera y no se puede hacer sin lágrimas. Hay que llorarlo abundantemente para lubricar el proceso. Estamos cambiando, estamos creciendo a la vez que nuestros/as hijos/as y eso, como sabéis, no es poca cosa...

La cultura de la inmediatez, la autoindulgencia, el egoísmo, la falta de empatía, etc son cosas que no quiero para mi hija así que tengo que empezar por mi porque quiero ser su referencia.

Queremos ver crecer a nuestros/as hijos/as pero ellos/as también nos quieren ver crecer a nosotros.

Anónimo dijo...

El 26 de Octubre de 2010 nació mi hija Julia, es mi primera hija y mi vida es tal como lo has descrito, gracias por que me has ayudado a comprender que el sentirme asi es normal o al menos que le ocurre a mas mujeres, ya por lo menos no siento tan mal como antes. Muchas gracias.

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Para Anónimo:
Ánimo!
Saber esto nos ayuda a estar más relajada. Ahora es tu decisión si vas a mirar/crecer/tomar conciencia de lo que ocurre y actuar.
Mi consejo por si te sirve: si tienes pareja habla con ella, mucho, todo lo que necesites. Pide ayuda, no temas porque es necesario y normal. Quizá puedas asistir a un grupo de crianza, o de ayuda a la lactancia o tienes amigas en tu misma situación...
Suerte y mucha fuerza!!

Anónimo dijo...

Monica se me estremece todo de leer cada frase!! gracias! tal cual como lo relatas!! gracias! es tan real ...gracias! porque leyendo esto con mi marido podemos llevarla mejor! cuanta sabiduria en tus palabras! salud! urra! por un mundo mas amoroso! te felicito. Angelina Iosa

bailadora dijo...

Me ha encantado!
Has descrito mis mañanas y mis días enteros!
Con la llegada del segundo, se te clava cada uno por un lado, cada uno tira de su teta para su lado, y ya no sabes de quien es tu cuerpo, y es maravilloso! Aunque durísimo.
Pero apasionante!
Gracias por tus palabras, lo comparto con los míos si no te importa

besos

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Creo que es importante que podamos comunicar esta experiencia con los demás. Así que me parece importante que el papá, los abuelos y demás implicados lo lean.
Un fuerte abrazo.

Recetas de cosmética natural dijo...

Gracias Mónica por compartir esta reflexión que nos identifica a tantas mujeres... Abrazo

Alejandra dijo...

Después de tanto tiempo escrito...
Voy leyendo cuando puedo y hay textos que nunca dejarán de sorprender.
Cuanta verdad, que lindo escrito, cuantos recuerdos me trae y cuantas cosas aún vivo.
Besos. Y gracias.

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Gracias a ti, Alejandra.
El camino de la maternidad está lleno de sinsabores y de éxtasis. Cuando la mujer está conectada con su propio útero, la situación cambia.
Un abrazo!!

Anónimo dijo...

Gracias. Todo esto yo ya lo sabía,(o por lo menos creía saberlo) pero se me olvida. Ese pequeño gran dictador, que como tu bien dices, es el Ego, se muestra capaz de borrarlo eficazmente de mi rutina y vuelta a las andadas: incomprensión, desorientación, mala leche y mucho ombliguismo. ¡Que difícil!
Tú eres capaz de describirlo y yo veo reflejada la realidad de mi chica sin estar yo allí. Siempre lo he sabido, lo he entendido, lo he intuído...pero se me olvida. Cada vez que me falla la memoria, le fallo a ella... pero paradójicamente crezco como persona cuando luego me doy cuenta. Creo que eso es a lo que te refieres en tu entrada.
Por suerte hay grandes "abreojos" por la red.

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Jordi:
¡Qué alegría leer a un hombre por estas entradas...!!
Pues si, se nos olvida, con un poco de suerte, porque esto es que lo sabemos. A veces es más evidente la desorientación. Sencillamente no sabemos qué nos ocurre.
Se comienza a hablar del puerperio femenino, pero te invito a reflexionar y dejar un texto (te lo publico en este blog si tu no tienes, o aunque lo tengas) sobre el periodo masculino que sigue al nacimiento de un hijo.
Tú puedes hacerlo e incluso nombrarlo. No he leído nada al respecto, así que alguno tiene que empezar.
Un fuerte abrazo,
Mónica

Sandra dijo...

Mónica me ha encantado, me he sentido reconfortada e identificada con esa mami y me ha llenado de alegría al leer que eso mismo es lo que me sucede a mi, esa pérdida del yo para ser nosotras, ese zarandeo total y esa necesidad de crecer, cambiar y superarme, arreglarme por dentro. Gracias compartir esta experiencias con las demás ayuda y te sirve de apoyo en la decidión más dificil de tu, de mi vida.

cris dijo...

Parece mentira cómo se puede ser tan feliz mientras mi mundo (y mi pareja) se derrumba a mis pies

MaGia dEL mOmENtO dijo...

Tal cual lo cuentas! y mira que e lo habían dicho, lo había visto, y hasta que no me ha tocado vivirlo no podía ni imaginármelo en toda su dimensión.
Es maravilloso convertirme en mamá, aunque para llegar a esta generosidad tengo que ir dejando por el camino los trozos de mi que ya no sirven y esto ¡duele!
Abrazos

in dijo...

excelente!!!

Ameita dijo...

Excelente!!!
no puede haber mas verdad en la vida que los que nos has compartido, me ha encantado el comentario de Juan, ahora mi beba tiene 3 meses y exactamente eso me pasa cada dia :)

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Gracias Sandra por tus palabras. Te deseo mucha suerte!
Cris, desde luego! El puerperio es un momento de crisis vital que nos zarandea de la luz a la sombra. Si me permites un consejo: habla y dialoga con tu pareja todo lo que puedas y un poco más. Aún las parejas separadas con hijos deben amarse para que sus hijos y sus vidas puedan estar en paz.
Magia del Momento, mucho coraje en tu camino! La mujer que atraviesa un puerperio sale renacida, con mucha más fuerza y poder.
Mamá de jo, muchas gracias por tu comentario.
Ameita, gracias por tu aportación. Leer a Juan resulta inspirador.

Paisana dijo...

Increible chicas, que alegria sabernos juntas a la distancia, cuanta sensibilidad y honestidad, y sobre todo claridad.
Empece yo misma un blog, pero con tantas cosas q debo hacer me cuesta mantenerlo actualizado(madreshumanas.tumblr.com)Seguire bien de cerca este.

Paisana dijo...

Y me olvidaba, muchisimas gracias Juan y Jordi, un GRAN alivio escucharlos, es increible. Ojala contagien a muchos hombres mas, para que se sensibilizen.
:)

Anónimo dijo...

Asi ha sido mi vida durante muchos muchos meses en los que habia dias que no podia ni ducharme, que no comia, que me los pasaba de la cama al sofa y viceversa, siempre con mi niña en brazos pegada a su teta...dias de soledad, (mi marido trabaja tanto que a veces ni siquiera puede venir a comer a casa),dias de agobio, de tristeza, de noches sin dormir bien, de cansancio...pero que siempre tenian su recompensa al ver la carita de mi hija sonreirme, tenderme los bracitos para que la cogiera, verla venir corriendo hacia mi cuando empezó a caminar...Se hace muy duro a veces, hasta que logras "deshacerte" de lo supérfluo y darte cuenta de que ahora lo realmente importante (como tú muy bien dices)es nuestro bebé, y todo lo demas debe pasar a un segundo plano. Ojala todas nuestras parejas tambien fueran capaces de comprenderlo y dejaran de "luchar" por la atención de mamá.
Gracias!!Me he dado cuenta de que no soy la única que me siento asi.

Silvana dijo...

Hermosa nota, es tal cual mi dia a dia, a veces paso 2 dias sin bañarme y no porque no tenga nada de tiempo sino porque cuando lo tengo solo quiero dormir. Tengo una beba de 11 meses y todavia sigo discutiendo con mi marido porque lo primero que dice cuando llega a casa es: "todavia no hiciste la comida? sino vengo yo no comes?" a lo que respondo siempre: "me gustaria que pases todo un dia con ella para ver que podes hacer" jajaja!!! Veo que es general. Igualmente me gustaria que me entendiera un poquito. Saludos a todas las mamas!!!

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Gracias por vuestros comentarios. Quizá os sería de ayuda compartir el texto con las parejas para que haya mayor proximidad o, al menos, la oportunidad de iniciar un diálogo.
Muchos abrazos, queridas mamás!

Amparo dijo...

Mi hijo ya tiene 7 años, sin embargo aún recuerdo la impotencia que sentí esa vez que él llegó a las 3 de la tarde y me dijo ¿y tu todavía en pijama? a su manera de ver yo era floja. Que ganas de haber tenido entonces este artículo. Un abrazo y gracias.

xènia dijo...

nunca hasta ahora he leído un artículo que describa con cada letra, con cada coma, exactamente, todo lo que estoy viviendo y sintiendo. Y aunque esté rodeada de gente que da el pecho, que hace colecho, que opte por una crianza con respeto etc. nunca me he sentido tan comprendida ni reflejada como con este artículo.
Aunque con la pequeña salvedad de que mi pareja siempre me ha entendio o por lo menos respetado. Y nunca me he sentido juzgada por él. Soy muy afortunada. Eso si, zarandeada, sacudida y todo lo demás que la maternidad me ha dado.
Muchas gracias, de corazón.

xènia

Mónica Felipe-Larralde dijo...

Gracias por tu comentario Xenia:
Sí, es así de enorme y poderosa la maternidad y, aunque nos lo cuenten, no es suficiente. Hay que vivirlo.
Disfrútala, porque tiene enormes regalos que darte.
Un abrazo.

Rosana GN dijo...

Me ha gustado muchísimo, algo por lo que casi todas pasamos a veces en soledad, otras, compartiéndolo con el grupo de iguales. Muchas gracias por esta entrada tan completa y real.

virlly dijo...

Excelente como siempre, Mónica!